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Tras el derroche dramático de Blue Jasmine todo hacía pensar que en su nueva película Woody Allen cambiaría de tercio. Volvería a hablar de amor (¿ha dejado de hacerlo alguna vez?), magia, cierta nostalgia...a un territorio menos árido que el de su gran última película. Algo de apariencia más ligera. Por lo menos de apariencia. Uno no va hacerse el original obviando la unión entre Magia a la luz de la luna y ese inesperado mega éxito que fue Midnight in Paris. Aquí vuelven a estar la nostalgia, la lucha entre lo racional y lo mágico, el (excelente) trabajo de Sonia Grande y Darius Khondji... Pero haber dado casi por muerta como ‘un gran Allen’ a Magia a la luz de la luna, casi antes de estrenarse, hace que nos llevemos a una sorpresa. Que el último de Allen sea rápido y aparentemente ligero no significa que estemos ante una película banal e intrascendente. En Magia a la luz de la luna el director neoyorquino fulmina a casi todos los personajes secundarios poniendo el foco en dos perfectos Colin Firth y Emma Stone (los personajes le van como anillo al dedo). Sólo permite que Eileen Atkins tiene alguna ligera oportunidad de lucimiento. Para Firth y Stone, Woody Allen construye unos diálogos brillantes y con enjundia que podrían no pegar con el tono de comedia ligera de época que en apariencia (volvemos con las apariencias) tiene Magia a la luz de la luna. Si a veces Allen puede ser obvio y con cierta tendencia a hacer brindis al sol aquí no pasa. Seguramente por eso la trama espiritista sea tan asumidamente ligera e incluso tonta. Para poder pasar por encima de ella y dedicarse a lo que realmente le interesa tanto a él como al espectador. Poder disfrutar de ese duelo verbal continuo entre lo científico, racional y pesimista (Firth) y lo ingenuo, luminoso y mágico (Stone). Y todo ello en un tono de farsa ligera. Como no tomándose en serio a si mismo aunque lo que cuente sea lo que más le interese a Allen. Puede ser que Magia a la luz de la luna no sea un Blue Jasmine o Midnight in Paris y pase algo desapercibida entre la taquilla de diciembre. Pero también puede que el mismo Allen haya construido algo más grande de lo que parece dentro de un envoltorio menor. Como un truco de magia. Lo que está claro es que esta Magia a la luz de la luna se disfruta. Y si alguien preguntara si Midnight in Paris o Magia a la luz de la luna aguantará mejor el tiempo yo no sabría muy bien qué contestar.
▲: los diálogos entre Colin Firth y Emma Stone
▼ : la resolución de la trama espiritista
▼ : la resolución de la trama espiritista
● Divertimento alleniano (Alejandro G. Calvo | Sensacine)
Cercana en espíritu y resultados a La maldición del escorpión de Jade, uno de los mejores divertimentos de Allen que, por cierto, también tenía motivos estéricos en su trama (el hipnotismo), Magia a la luz de la luna presenta como telón de fondo el mundo de la magia y la videncia, una pugna entre lo racional (el truco del mago) y lo irracional (los supuestos poderos de una médium) que pone en bandeja el enfrentamiento entre los personajes de Firth y Stone
Pese a la pereza de la puesta en escena (da lo mismo dónde se coloque la cámara), pese a la música (debe de tener el disco que siempre usa completamente gastado)... pese a todo, queda Allen. Y eso se nota hasta en la excitación que vive la sala. Da lo mismo la ocurrencia (buena o mala), siempre se escucha esa misma y sonora carcajada de espectador empeñado en lucir su hermandad sonora con la inteligencia del director. Reírse con Allen, ya lo decíamos, es un rito; un rito de la tercera edad, pero rito al fin y al cab
Magia a la luz de la luna no sólo invita a recordar hasta qué punto han sido recurrentes en su filmografía las escenas de magia o las irrupciones sobrenaturales, sino que desvela algo importante acerca de esa insistencia temática: para Allen, lo sobrenatural es una mentira necesaria, un placebo para paliar ese silencio de Dios que su cine nunca ha contemplado de manera trágica
Ni magia, ni luz y con Woody Allen en la luna (o catando vinos por Francia)... MAGIA A LA LUZ DE LA LUNA, lo peorcito en años de su autor...
— Fausto Fernández (@faustianovich) diciembre 5, 2014
Allen cuenta lo de siempre como siempre. Sencillo, evidente, incluso obvio. Pero cómo disgustarse con MAGIA A LA LUZ DE LA LUNA? Imposible
— Toni Vall (@tonivall) diciembre 2, 2014
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