El peculiar rodaje de Boyhoodha marcado toda la campaña de promoción de la última película de Richard Linklater. Durante doce años (de 2002 a 2013) el director tejano ha rodado el proceso de crecimiento de un chico, a partir de los seis años, para ello contando con la ayuda del actor Ellar Coltrane. Un proceso curioso y apasionante que ha sido objeto de tantas frases entusiastas (‘milagro’, ‘experimento cinematográfico’...) que, a veces, parecía que la película era sólo su rodaje. Y es mucho más. Generalmente los títulos en castellano que acompañan al título en inglés suelen ser inadecuados pero en el caso de Boyhood no puede ser más acertado: Momentos de una vida. Richard Linklater no ha querido hacer una biografía al uso sino intentar capturar estampas más o menos breves de una vida que acaban conformando la personalidad del protagonista. Y ahí es donde radica la verdadera grandeza de Boyhood, en la elección de esos momentos con los cuales el público va a tener que armar la biografía de Mason. Linklater obvia de forma voluntaria muchos momentos que sabemos que marcan al protagonista pero que de una forma u otra tenemos que imaginar. El director tejano comprime esos doce años que cumple Mason en la película en unas muy razonables dos horas y media evitando hacer un grandes éxitos. Quizá, dadas las merecidas expectativas de la película, alguno se sorprenda que sea una película que apenas tiene explosiones dramáticas y transcurre de una forma aparentemente suave. Quitando el delicado segmento de violencia machista (bien tratado por Linklater) Boyhood es una película que casi siempre adelanta acontecimientos o los cuenta a posteriori siempre a través de conversaciones o detalles que incluso, a veces, parecen superficiales. Es como si a Linklater más que interesarle la vida de Mason (un personaje con el que es complicado empatizar) le interesará hablar sobre la vida en general. Y al final su solución es que la vida sigue adelante pase lo que pase. Por eso no es tan importante que uno en ningún momento de su adolescencia sepa quien quiere ser. La vida siempre va dos pasos por delante de uno. Al igual que mostraba en Antes del anochecerel paso del tiempo siempre se acaba cobrando sus víctimas.
Para aligerar el peso de la película que tiene Ellar Coltrane el director lo rodea de dos ‘jóvenes’ veteranos como Patricia Arquette yEthan Hawke. Arquette (madre coraje) y Hawke (padre desastre) ejercen un maduro (o inmaduro en el caso de Hawke) contrapunto en el proceso de creación de Mason. No en vano una película donde una de sus virtudes es no detenerse parece que se para en el tiempo cuando los personajes de Ethan Hawke y Ellar Coltrane hablan (la acampada, el concierto...). Y es en esos momentos cuando Contrane puede abandonar su imperturbable rostro y ofrecer otros registros. Al final Boyhood es una película sencilla que quiere abarcar algo tan inabarcable como es la vida misma. Y quizá la solución de Boyhood es que la vida no es tan misteriosa. Sólo un paso continuo del tiempo.
▲: lo que Linklater no enseña ▼ : a veces cuesta empatizar con el Ellar Coltrane más adulto
Boyhood es un buen ejemplo de cine híbrido. No es solo una película empapada por una paradójica épica intimista, sino que también navega impulsada por una contradictoria narrativa en fuga. Resulta tentador considerar Boyhood como una película que cuenta el proceso de crecimiento de un chico; yo me inclino por sentirla como la historia de una madre (una sublime Patricia Arquette) que educa, convive y termina dejando marchar a su hijo
El único relato en Boyhood es necesariamente el relato del crecimiento: el de los actores, los personajes, la película y, en última instancia, el propio espectador. Así, su emoción nunca se impone, es indirecta
Linklater hace parecer fácil lo más difícil, el arte y la ficción (que
son puro artificio) como catalizadores de la esencia de lo real
La vida era esto: crecer, cambiar inocencia por rituales sociales, atar y desatar lazos de amor... El viaje definitivo sin fin: BOYHOOD.
— Fausto Fernández (@faustianovich) septiembre 12, 2014
“Boyhood”, 12 años de refritos de Sundance en un único film. Sigo sin entender el entusiasmo ante este despropósito.
— Jaume Ripoll Vaquer (@JaumeRV) septiembre 4, 2014
Hay momentos en "Boyhood" que piensas: No es para tanto. Y cuando termina, dice: Era para más. En realidad, lo es todo.
— Beatriz Martínez Góm (@BeatrizMartnezG) julio 28, 2014
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