El peculiar (y acertado) método de distribución de Carmina o revienta hizo que ese fuera una especie de monotema siempre que se hablaba de la película llegando a volverse un tema cansino. Y ese monotema hizo que los grandes méritos de Paco León en su debut llegaran en parte a obviarse. Porque Carmina o revienta fue bastante más que una película distribuida de manera ‘diferente’ o que la furiosa (y grandiosa) aparición de Carmina Barrios. Allí había un director con olfato para no caer en topicazos y saber ejercer una mirada diferente sobre la comedia española costumbrista. Por eso fue decepcionante que unos pocos creyeran que se hallaban ante una película ‘vulgar’ cuando es precisamente al revés. Películas bastante más sutiles de lo que aparentan donde cualquier detalle (de actores o de la estenografía) parece estudiado al milímetro. Tampoco hay desmán ni en la composición de planos ni hay prisa en acelerar el ritmo narrativo innecesariamente (esas largas conversaciones). En realidad las dos Carminas son películas ejemplares desde el punto de vista formal evitando caer en cualquier lugar común de lo desastrado.
Y llegó el turno de Noel Ceballos y John Tones en ofrecernos
su películaLittle Secret Film de Calle 13. No muchos críticos cinematográficos (caso de Ceballos) se atreverían a rodar una película
sabiendo que muchos a la vuelta de la esquina les van a juzgar con más
severidad que al resto por esta condición. Y más sabiendo las limitaciones
presupuestarias y de tiempo con que estas películas cuentan y que son un
condicionante para el producto final. Pues es de agradecer que Círculo interno
hayan hecho además de una película no sólo modesta sino honesta. La película de
Ceballos y Tones nos retrotrae a un cine turbador y malsano donde la pesadilla
se encuentra tanto en las escenas ‘fuertes’ como en un simple conversación en
un sofá. El peligro son los demás. Sin duda el gran mérito de Círculo interno
es lograr con pocos medios una atmosfera pesadillesca independientemente de la
potencia de elementos externos (decorados, efectos...) . De eso también se
aprovecha de la presencia enigmática de Julian Génisson (Canódromo Abandonado)
que si en La tumba de Bruce Lee podía verse algo eclipsado por la estupenda
interpretación de Lorena Iglesiasaquí borda un personaje diabólicamente
ambiguo que podría haber aparecido perfectamente en La semilla del diablo. Otro
punto a favor de Círculo interno es que a pesar de su modestia Ceballos y Tones
manejan muy bien el sentido de la narración cuando incluyen flashbacks o
ahondan en la biografía de personajes secundarios. Eso se demuestra en que la
mejor escena de la película sea la parte aparentemente plácida en un gimnasio
(el grupo de terapia, la conversación entre Trini Jiménez y Julian Génisson...)
que demuestra que los directores saben lo que están haciendo. Y como el
producto es honesto las costuras de Círculo interno también se ven con
facilidad. Alguna escena de conversación excesivamente alargada, una explosión
final algo apresurada o alguna química actoral no del todo conseguida nos
devuelven a la realidad de un proyecto que no aspira (ni creo que pueda) a la
redondez absoluta. Eso si al final Círculo interno aprovecha sus pros y contras
para crear una pesadilla más real y cercana de lo que uno podía esperar.
Objetivo conseguido.
Imaginemos que un grupo saca un nuevo álbum con su título, duración y canciones. También imaginemos que a alguien sólo le interesa una canción en concreto de ese disco. Bueno pues en la actualidad lo tiene fácil ya que perfectamente puede comprar solo esa canción. Podríamos hacer volar más la imaginación y pensar que a esa misma persona sólo le interesa ver los minutos finales de la última película deWes Anderson, Spike Jonze o Martin Scorsese. Imposible. En muchas ocasiones nos hemos encontrados con discos que han funcionado como películas ya sea porque sus canciones contaban una historia completa o porque su ambientación nos podía recordar al estilo de un director en concreto. Álbumes que tienen su sentido al escucharlos de forma completa desde la primera a la última canción. Lo que podríamos bautizar como discos cinematográficos, concepto tan abstracto como misterioso por el que merece la pena bucear, escuchar y hablar. Por ello el programa 65 de Vivir Rodando está dedicado a los discos cinematográficos. Con la ayuda de Rafa Simons (@Flintastico) y José Carlos Lledó (@VivesLledo) el programa intenta descubrir esos discos que están tan cerca al mundo de la música como al cine. Y en el camino nos encontraremos con Nebraskade Bruce Springsteen, Pink Moon de Nick Drake, Scott 3 de Scott Walker oUna semana en el motor de un autobúsde Los Planetasentre otros.
► Para escuchar o descargar el programa pincha en:Ivoox | iTunes
Todo el mundo sabe que el cine de Alfred Hitchcock era un prodigio técnico. Y también que aunque su cine tenía mil y una lecturas de todo tipo se basaba en dos o tres elementos que mutaban en cada historia. O sea que por muy enrevesada que fuera la trama (o el McGuffin) lo importante se encontraba en lo más mínimo. Uno quizá pueda ser muy osado si dice que la sorprendente El desconocido del lago recuerda al director británico en varios puntos. En su dosificación de la intriga, en su perfecta planificación y sobretodo en su atracción por el mal. Si los villanos de Hitchcock eran seres atractivos aquí Alan Guiraudie hace que ese supuesto peligro constante adquiera la forma de deseo (más allá del sexual). Y esa dicotomía deseo / peligro está el ambiente de toda la película creando un clima entre atrayente y asfixiante. Pero El desconocido del lago no es sólo un thriller. Aunque la película de Guiraudier gira entorno a dos personajes como son los dePierre Deladonchamps(el protagonista / el que desea) y Christophe Paou (el peligro / objeto de deseo) se saaca de la manga un reflexivo personaje que borda el actor Patrick d'Assumçao. Los diálogos entre Deladonchamps y D'Assumçao se convierten en unos interludios perfectos para reflexionar sobre el amor, la amistad, el sexo...en definitiva sobre la vida. Esos momentos que parecen separados del resto de la historia confiere a El desconocido del lago una profundidad que luego sirve de guía para afrontar el resto de la historia. Porque no el personaje de D’Assumçao no está arrinconado en una parte separada del lago por capricho sino porque su personaje parece separado sentimentalmente del resto de personajes (incluso del de Deladonchamps). Y luego está el aspecto terrenal (en el sentido más literal). El desconocido del lago existe en dos terrenos: el propio lago y el bosque. A Guiraudie no se le ocurre ir más allá porque sabe que todo lo que mueve a los personajes (deseo, amistad...) se encuentra circunscrito en esos dos sitios. En el lago está el surgimiento del deseo y en el bosque está la realización del mismo. Y como ocurría en La vida de Adèle el sexo explícito que se muestra en El desconocido del lago es absolutamente imprescindible para el desarrollo de la película. No en vano en una película donde el lugar donde suceden los hechos es tan importante hubiera sido absurdo que la cámara no hubiera mostrado a los personajes en ese ambiente. Y lo más importante es que todo ello está reflejado con una mirada serena y de aparente tranquilidad.