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Shane Carruth es una especie de dios en sus películas ya que
dirige, actúa, compone la música… En cambio en Upstream color hace que su pilar
sea el personaje femenino que interpreta Amy Seimetz. Uno podría acusar a
Carruth de componer personajes que son marionetas que sólo sirven para poder
moverlos a su antojo dentro de su mundo. Con el personaje de Amy Seimetz
construye un personaje que vive, sufre (mucho) y que es de carne hueso en una
película donde la sensación de irrealidad es permanente. No en vano el
personaje que interpreta Carruth no deja de ser una mera comparsa. Eso sí gran
parte de mérito lo tiene Seimetz que sabiendo que no puede construir apenas
nada con el dialogo y debe moverse rápido por ser la película que es utiliza el
instinto para construir un personaje real en este laberinto. Primer era una
película relativamente oscura. O por lo menos de casi toda su luz era la luz
atenuada de un garaje o de un almacén. Se podría decir que Upstream color sale
a la calle, a la luz del sol. Estamos ante una película más luminosa y donde la
naturaleza tiene un papel primordial lo que permite a Carruth ir cambiando de
tono durante toda la película. Curiosamente eso no convierte la película en un
paseo sino en una película más tensa y asfixiante pero también en una cinta
hermosa. Porque aunque Upstream color sea una película orgullosamente cerebral
también es emocionante no sólo en el aspecto del misterio sino en el humano.
Tanto la historia de amor como especialmente la historia de crecimiento
personal del personaje de Seimetz encajan perfectamente en este puzzle
biológico de Carruth. Por eso es difícil no aplaudir a rabiar a esta
experiencia vibrante y con mil y una lecturas que es Upstream color donde tampoco importa mucho que puedas
encajar todas las piezas ya que su meta para el espectador es otra. Una
película para ver, debatir durante horas y admirar durante años.
▲: Amy Seimetz y su perfecta mezcla de belleza y pesadilla
▼ : que una película así se tenga que estrenar tarde y de tapadillo
▼ : que una película así se tenga que estrenar tarde y de tapadillo
● El espacio interior (Jordi Costa | El País)
Upstream Color combina elementos de ciencia-ficción con melancólico romanticismo, en un conjunto que funde y confunde espacios, tiempos, sonidos y texturas y acaba proponiendo algo parecido a un viaje espiritual con climáticos sacrificios y arriesgados procesos de transferencia
Lo que empieza como un enigmático thriller de ciencia-ficción conspiranoica encierra una historia de amor de transcendencia malickiana aderezada con bosquejos sobre la vida en comunidad y saltos cuánticos difíciles de asimilar de un solo trago● De cerdos y hombres (María Adell | Numero Cero)
Podríamos hablar, de hecho, de ‘Upstream Color’ como un filme musical o, al menos, que se construye con la libertad y los ritmos internos, singulares – las fugas o digresiones, las repeticiones obsesivas, la fractura de la melodía - de una pieza musical experimental
No lo digo a la ligera: Upstream Color es una de las experiencias cinematográficas más bestias de los últimos años. Y se estrena este finde.
— Juan Manuel Freire (@freirejuanma) marzo 27, 2014
Voy tarde lo sé. "Upstream Color": sigo sin conectar con Carruth, demasiada diarrea mental y conspiranoia bio-tech. 2/5 @AmericanaBcn
— Xavi Sánchez (@XaviSanchez) febrero 18, 2014
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