El puzzle que nos presentó Shane Carruth era uno de pocas
piezas, humilde en sus formas pero diabólico en su lenguaje. En realidad
Carruth no pedía que entenderíamos la totalidad de su argumento (algo casi
imposible) sino que nos metiéramos tanto en el mundo que había creador que lo
que contará importara relativamente poco. Y fue algo que sucedió para gozo de
algunos e irritación de otros. Pero todos tenían una duda en mente, ¿ahora qué?
El método frio pero absorbente servía para Primer habiendo dejado descolocado a
todos pero había una curiosidad (¿duda?) respecto a qué efecto tendría en un
segundo proyecto más ambicioso. Una pista es que Shane Carruth haya tardado
casi una década en levantar este nuevo proyecto que ahora llega a España (con
el vergonzoso retraso ya acostumbrado). Upstream color es una hermana mayor y
vitaminada de Primer donde el puzzle de Carruth se hace más grande pero también
más apasionante. La narrativa de Upstream color es la misma hermetismo
dialogado dejando que las (poderosas) imágenes, el sonido y la música cuenten
la historia. Pero la nueva película de Shane Carruth no sólo es un paso más
sino una zancada gigante ya que su riqueza es superior a la de su ópera prima.
Y va más allá de una simple cuestión de presupuesto o duración de la misma. Es
una cuestión de emociones.
La cronología puede ser la siguiente: tras presentar una película árida (y reivindicable) como Viaje a DarjeelingWes Anderson transita por un lado luminoso con Fantástico Sr. Fox y, especialmente, con Moonrise Kingdom. Con esta última el director texano además de lograr el esperado aplauso de sus fans consiguió que una parte de sus detractores se pusieran de su lado aunque fuera de forma momentánea. Y encima consiguió que la taquilla le respondiera. Siendo un tipo listo como es Anderson no debía alejarse mucho de la senda de Moonrise Kingdom pero además no hay que olvidar de que también es un director imprevisible (aunque crean lo contrario sus detractores). El gran hotel Budapest vuelve a ser una comedia, una historia de amor (esta vez de amistad), un concierto maravilloso de Alexandre Desplat, persecuciones...y todo ello enmarcado en el colorido mundo visual de Anderson. Pero también es una película que nombra a Stefan Zweigy se enmarca en una Europa bella pero moribunda a la que sólo unos pocos nostálgicos se agarran. Porque Wes Anderson ha hecho una película divertida, hermosa pero con un leve toque (positivamente) tan mortecino como el maquillaje de Tilda Swinton. ¿Qué ha logrado Wes Anderson con esta película? Una película que tiene andares ligeros y que en realidad tiene toda la hondura y gravedad imaginable. Vamos lo que hacen los grandes maestros.
Cuando Calle 13 anunció los nombres que formarían parte de su proyecto de películas Little Secret Filmhabía uno que destacaba sobremanera. Chema García Ibarra uno de los directores más importantes del cortometraje español (El ataque de los robots de Nebulosa-5, ProtopartículasyMisterio) tendría el reto de presentar una película de larga duración. Para los amantes del personal mundo del director ilicitano era un caramelo muy apetecible intentar adivinar cómo afrontaría este nuevo reto. Uranesfue la película Little Secret Film de Chema García Ibarra y desde el momento en su estreno en Calle 13 (y posteriormente en YouTube) dejó las cosas claras. El universo del ilicitano se había expandido de forma brillante al igual que la duración de su trabajo. Uranes era una peculiar mezcla de género negro yciencia ficción que no solo no arrinconaba la marca de García Ibarra sino que la hacía más brillante. En sólo una hora justa de duración Uranes llamaba la puerta para ser un futuro clásico de culto de nuestro cine. Por ello y con la ayuda de Ángeles Gómez (Feedback Ciencia) el programa 64 de Vivir Rodando tratará sobre Uranes y el cine de Chema García Ibarra. El programa contará con las opiniones del propio director ilicitano que no sólo hablará de Uranes sino que tocará otros temas como la repercusión que está teniendo Misterio, sus próximos proyectos o las últimas retrospectivas que se están celebrando sobre su obra.
François Ozon conoció hace poco las mieles del éxito conEn la casauna película donde un adolescente perverso trastocaba la vida de su profesor. En esa película el ingenio malicioso de Ozon se podía explayar sobradamente en una película y que gracias a eso logró conquistar a espectadores de medio mundo. Es curioso que en su siguiente película la vuelva a protagonizar un adolescente que, al igual que Ernst Umhauer en En la casa, juega a adentrarse en terrenos pantanosos. Pero en esta ocasión no hay fabulación ni juego ya que en Joven y bonita la adolescencia se encuentra de bruces con un tema de apariencia escabrosa como la prostitución. Aunque con Ozon las cosas son distintas yJoven y bonita no nos va a llevar a terrenos de ‘realismo social’ sucio y duro. No en vano su protagonista Isabelle (Marine Vacth, el motor de la película) es una joven acomodada que se prostituye porque quiere y cuyas razones nunca para hacerlo nunca llegamos a saber del todo. Y ahí es donde Joven y bonita tiene su principal virtud. En su permanente halo de misterio e incluso de indefinición.